Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Reflexión

Autorretrato recordando

Lucidez en el abismo: Perspectivas en torno a Mi Madre de Georges Bataille

Capítulo III

 

Por Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

(El Capítulo I se puede leer aquí)

(El Capítulo II se puede leer aquí)

 

Mi madre: Una Digresión

 

Siguiendo con las aseveraciones expresadas por Freud en “Tres en ensayos para una teoría sexual”, encontramos nuevos agentes que contribuyen a revitalizar nuestra lectura.

 

El giro argumentativo que acabamos de instalar tiene conexión con una profundización de la idea de perversión1 y a su vez, con la intratextualidad que existe entre la novela “Mi madre” y el estudio/ensayo titulado “El erotismo”.

 

En primer lugar, debemos señalar que la perversión no es un concepto psicoanalítico, sino más bien médico-legal que aparece como tal en la literatura jurídica y psiquiátrica a partir del código napoleónico2.

 

Posteriormente, el problema es recogido en el terreno de la psiquiatría, en el siglo pasado bajo la forma de “Delirios parciales”, “Monomanías”, “Hipergenitalidad”, “furor genital”, etc.; lo que implica un tránsito que va desde la víctima hacia el victimario, del castigo jurídico del delito y las consecuencias sobre el sujeto dañado, hacia el estudio médico del causante del daño penado por la ley.

 

La ley no puede englobar todo lo que constituye la vida sexual. Evidentemente, siempre habrá elementos que se le escapan. A pesar de esto, toda la vida sexual a lo largo de la historia humana es y ha sido regulada, a lo menos, por un cierto número de prohibiciones y tabúes donde los parámetros de lo lícito y lo ilícito son sumamente variables de una cultura a otra.

 

La propuesta freudiana trabaja fuertemente el problema de las perversiones; no con el afán de elaborar listados o catálogos, sino como un campo teórico-clínico a interpretar. En sus primeras obras aparecen vinculadas al abuso sexual, que en calidad de trauma erigía una etiología de las neurosis.


Escáner Cultural nº: 
162
CUERPO

 

C T. CUERPO TECNOLOGÍA UNA RELACIÓN LIMINAL

Por: Brisa MP

El presente texto fue realizado para la conferencia realizada en el marco del I Seminario Internacional de Nuevos Medios. Mesa: “Tecnologías del cuerpo: extensión y movimiento”. Magister en Artes Mediales. Facultad de Arte, Universidad de Chile.9 de julio, 2013. Santiago de Chile

 

Introducción

En la siguiente exposición me enfocaré en proponer ciertas ideas en la relación cuerpo - tecnología tomando como hilo conductor algunos de mis trabajos realizados a partir del año 2006. Una reflexión desde el proceso práctico como “artista” enlazado con los estudios que he realizado, así desde un punto de vista crítico frente a mi trabajo y a las disciplinas en las que se enmarca y desmarca mi proyecto creativo.

Esta relación de incumbencia cuerpo – tecnología devela diversas fracturas en el territorio de las artes escénicas y visuales tradicionales, donde el cuerpo ha ido tomando un papel preponderante a partir de la obra interactiva y ha interrogado los procedimientos de creación y exhibición de la obra escénica.

En este sentido el concepto de liminalidad se incorpora a partir de que la puesta en relación cuerpo - tecnología, propone una transestructura posibilitada únicamente por la pérdida del estado natural de cada una y el alto sentido de contaminación y diálogo entre ambas. (1)

Desde mi observación uno de los primeros acercamientos que se produce entre cuerpo en movimiento y medios electrónicos, es a partir del video. La cámara como mediador del cuerpo y la modificación de los factores esenciales de la puesta en escena – el tiempo y el espacio- a partir de los softwares de edición de video digital.

Esta lectura se realiza es a partir de mi práctica, así como lo que he visto de otros artistas en América Latina, esto a través del proyecto “C + T MAP”. Esta puede ser una lectura posible, como pueden haber otras. (2)

Escáner Cultural nº: 
162
Guía de Descarriados

Imagen

EL ARC DE TRIOMF VERSUS LA ARQUITECTURA DE AUTOR

Marcelo Olivares Keyer

El hecho de que una obra de arte acceda a la condición patrimonial asegura su permanencia en los libros de historia del arte y en los manuales, catálogos y guías de turismo, pero al mismo tiempo distorsiona su lectura. Sabido es que las ideas-pilares que sostienen un discurso y sus manifestaciones tangibles no son moneda que tenga garantizada su validez de cambio al cabo de un par de generaciones. Lo que ayer fue himno que movilizó masas humanas y astronómicos financiamientos, hoy puede que -con suerte- sea una olvidada canción de un viejo disco arrumbado en un rincón.

Desde la vereda opuesta, aquello que un día sobrevivió en el límite de la excentricidad, consiguiendo instalar su credo estético a duras penas y tras mil batallas, hoy puede ser la imagen corporativa de una maquinaria publicitaria.

Pero el arte, aunque sometido a los avatares del capricho humano, suele llevar una vida paralela en la que todo significado le resbala. Esta condición del arte, rescatado de las fluctuaciones del gusto (fluctuaciones que pueden llegar a transformarse en verdaderas tormentas, con hundimientos, náufragos y héroes), es la que inspiró estas disquisiciones, en las que el contrapunto entre dos caminos artísticos y sus dispares secuelas sociales se imbrica con algunos pareceres sobre la cultura de masas y las políticas culturales.


EXPOSICIÓN UNIVERSAL

Barcelona, como tantas otras ciudades de la cuenca del Mediterráneo, es una superposición de asentamientos que -capa tras capa, siglo tras siglo- terminó configurando la ciudad de hoy: desde la hispanorromana Barcino, hasta la glamorosa y architurística metrópoli actual. Su núcleo histórico o Ciutat Vella (Ciudad vieja), que engloba el Barri Gotic, Raval y Sant Pere, se encarama gradualmente sobre la colina junto al puerto, constituyendo una abigarrada ciudadela en la que lo morisco y medieval se entrelazan con lo dieciochesco sin mayor conflicto. Y este tesoro patrimonial se multiplica cuando lo recorremos en sentido vertical: La ciudad romana, incluyendo la sinagoga más antigua de Europa, está ahí bajo nuestros pies. Este polígono de piedra, ladrillo y mortero, de unas veinticinco cuadras en su sección más ancha, laberinto de piedras grises y ocres, era toda la ciudad hasta mediados del siglo XIX.

El siglo XIX, como todos los siglos, como todos los tiempos, vio producirse dentro de sus coordenadas grandes cambios en todas las áreas. La industrialización conseguía arrastrar hacia las ciudades, entre hipnotizados o directamente engañados, multitud de habitantes del campo, y al mismo tiempo -en directa relación con lo anterior- permitía el florecimiento de ostentosas fortunas. La suma de estos dos fenómenos complementarios redundó en que muchas ciudades, constreñidas entre sus muros milenarios, ya no daban más.

Escáner Cultural nº: 
161
Invitado

 

 

PRAT Y GRAU PRESOS EN LA HAYA

(límites y fronteras en el Chile de hoy)


 

Por Andrés Ovalle

El límite –o frontera- territorial chilena se viene discutiendo desde la Guerra del Pacífico. Hoy dos de nuestros tres vecinos nos han llevado a la Corte Internacional de La Haya a fin de legitimar causas limítrofes que luego de más de 100 años todavía desfavorecen las relaciones con nuestros países hermanos.

Para quienes exploramos las fronteras del arte, este conflicto es un terreno rico en significaciones semánticas y plantea una problemática, la de indagar en la historia para reflexionar sobre el territorio, la multiculturalidad y el imaginario Latinoamericano.

Como artista, y después de vivir y hacer arte en una ciudad cosmopolita como Nueva York y de realizar los proyectos “Retrato de una Presidenta 2006-2010”, y, “The Chilean Crisálida, biografía de un movimiento”, sobre el movimiento social chileno del 2011, he podido participar del despertar global y las protestas contra los abusos de un sistema perverso donde una minoría endeuda y oprime los sueños de una mayoría; los medios de información manipulan la verdad; el congreso es incapaz de auto regularse, se venden a precio de huevo los recursos naturales; y los ciudadanos son devorados por una economía de libre mercado insaciable. Por esta razón, y por tantas otras, es que muchos artistas de mi generación nos hemos visto trabajando desde la contra-cultura -en el borde- y cuestionando la cultura oficial a fin de demandar mayor participación en la reflexión de lo público, con el objetivo de erradicar la insensibilidad que mecánicamente se ha perpetuado en el corazón de quienes ostentan el poder.

Escáner Cultural nº: 
161

El texto “RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile” de Ana Karina Lucero, que trata sobre la obra de Carlos Altamirano está separado en siete partes que han sido entregadas mes a mes en esta publicación, en esta lista se pueden leer todas las parte del texto:

I. INTRODUCCIÓN http://www.revista.escaner.cl/node/6638

II. Capítulo I http://www.revista.escaner.cl/node/6659

III. Capítulo II http://www.revista.escaner.cl/node/6689

IV. Capítulo III http://www.revista.escaner.cl/node/6744

V. Capítulo IV http://www.revista.escaner.cl/node/6825

VI. Capítulo V http://www.revista.escaner.cl/node/6887

VII. Corolario y Bibliografía http://revista.escaner.cl/node/6947

 

Estos capítulos están presentados en esta sección en orden decreciente, desde el último (Corolario) hasta el primero (Introducción).

Carlos Altamirano, Retratos (detalle, 1996)

 

RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

COROLARIO

 

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

En este período de postdictadura y/o transición la impronta se sostiene en el cierre de capítulo, en dar vuelta la hoja. Perspectivas que rodean el lema del pasado de la dictadura, particularmente la violación a los derechos humanos, con sus dispositivos mnémicos bibliográficos y archivísticos.

 

El presente se convierte entonces en un nudo capaz de hacer que el recuerdo no sea regresión, sino más bien un vaivén por recovecos de una memoria que transita por una multidireccionalidad crítica. El retorno a la democracia- en su variante chilena- edificó una escenografía de discursos en torno al problema de la memoria y la tensión permanente entre olvidar-sepultar y abrir- recordar.

Queda entonces la posibilidad de imaginar el trabajo de una(s) memoria(s) descartando la pasividad del recuerdo cosificado, que apele más bien a la formulación de enlaces constructivos entre un pasado que porta recuerdos silenciados que discrepan con las memorias oficiales. Resolver dicha situación de manera crítica, permite evitar la nostalgia antidictatorial como asimismo, resistir la tentación amnésica.

 

Es por ello que las prácticas artísticas y culturales que generaron reelaboraciones de los episodios más tortuosos de ese momento histórico, son las mejor preparadas para intervenir en la teatralidad del consenso. En síntesis y valiéndome de las palabras de Elizabeth Jelin en su texto “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?”, es preciso delimitar lo siguiente:

 

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Carlos Altamirano, Retratos

 

RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

CAPÍTULO V

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

Fotografía y desaparición

La fotografía no rememora el pasado (no hay nada de proustiano en una foto). El efecto que produce en mí no es la restitución de lo abolido (por el tiempo, por la distancia), sino el testimonio de lo que veo ha sido. Ahora bien, éste es un efecto propiamente escandaloso. Cada vez la fotografía me sorprende, me produce una sorpresa que dura y se renueva inagotablemente. Tal vez esa extrañeza, esa obstinación, se sumerge en la sustancia religiosa en la que he sido modelado; no hay nada que hacer: la fotografía tiene algo que ver con la resurrección”

Roland Barthes, La cámara lúcida

Una expresión artística como la de Carlos Altamirano, instalada en una época de desaparición -como lo señalaba Déotte- es un arte que respeta una ley que le es exterior, es decir, que lo insta a recoger y levantar a aquellos sujetos concebidos por la tradición histórica como “los vencidos” o “los sin huella”.

Altamirano plantea un trabajo desde los límites. Por un lado, se hace cargo de los desaparecidos1 exponiéndolos, sobreponiéndolos a una cinta continua de elementos antagónicos. El lienzo combina el pasado y el futuro (pretérito que es rastro y trazado, rostros en blanco y negro que se desplazan por una iconografía kitsch, excesiva, difusa que no es más que una lectura de un presente carente de referencias claras).

Al establecer como “desaparecidos” a las víctimas de asesinato político, el lenguaje y la designación operan desde la ligazón afectiva y el ausentamiento refractario. Proporcionan los significantes necesarios mediante los cuales el nexo familiar se traduce y se enuncia, planteando una historia homologable a una experiencia universalizable.

Igualmente, se debe considerar que la palabra “desaparecido” posee o poseería una doble significación: por un lado, es capaz de referir una experiencia común o estado empírico y por otro, proporciona una imagen verdadera de un estado singular del mundo.

Por otra parte, hemos obtenido noticias de numerosos testimonios que intentan hacer representable aquello que no lo es: cuerpos que se inclinan a besar las botas de sus maltratadores, descargas eléctricas en las zonas genitales; quemaduras, golpes, encierros asfixiantes; privación de agua y alimentos, simulaciones de fusilamiento, obligación de comer excrementos; cuerpos tendidos en capas, pisoteados.

 

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Carlos Altamirano, Retratos (detalle, 1996)

 

Retratos: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

CAPÍTULO IV

 

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

I. Retratos: Esbozo de una trama

De todo el repertorio simbólico de la historia chilena de estos años, la figura de la memoria ha sido la más fuertemente dramatizada por la tensión irresuelta entre recuerdo y olvido -entre latencia y muerte, revelación y ocultamiento, prueba y denegación, sustracción y restitución- ya que el tema de la violación a los derechos humanos ha puesto en filigrana de toda la narración chilena del cuerpo nacional la imagen de sus restos sin hallar, sin sepultar. La falta de sepultura es la imagen -sin recubrir- del duelo histórico que no termina de asimilar el sentido de la perdida y que mantiene ese sentido en una versión inacabada, transicional”

Nelly Richard, La insubordinación de los signos


La obra de Carlos Altamirano se ajusta a una doble filiación. Su ingreso al circuito artístico parte con los acercamientos y conversaciones que sostiene con dos miembros activos de lo que se denominó otrora como “escena de avanzada”. En este caso, nos referimos al performer Carlos Leppe y a la crítica de arte Nelly Richard, quienes incidieron profundamente en la formación artística de Altamirano.

 

El período más relevante y fructífero para Altamirano- en relación a su incorporación en esta escena- se puede fijar entre los años 1977 a 1981, momento en que Altamirano se distancia de la principal agrupación de artistas de ese momento, denominada como Colectivo de Acciones de Arte. El gesto es rotundo y la decisión es adoptada a raíz de los profundos reparos que tiene en relación a las directrices esbozadas por el grupo y a lo críptico de su lenguaje y procedimientos de representación.

El Colectivo de Acciones de Arte circunscrito al período de fines de los setenta (1979 para ser más precisos) e integrado por Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo, Fernando Balcells y Diamela Eltit, como principales exponentes; coincidió con una de las fases de redefinición política del modelo autoritario, momento que condicionó la actuación del movimiento cultural opositor.

El régimen, durante los años 1973-1997 se encargó de transmitir una visión sustentada en la negación del pasado, que derivó en una suerte de sustracción de la idea de “memoria colectiva”, detentadora de la fuerza ideológica y simbólica del gobierno de la Unidad Popular.

Un segundo momento, denominado como “fundacional” abarca el período comprendido entre los años 1977 a 1981, y se caracteriza por la conjunción entre la preocupación del “gobierno” por fabricarse una imagen determinada y por otro lado, consolidar su hegemonía mediante un encuadre ideológico y económico.

 

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Retratos: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile
CAPÍTULO III

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

La narrativa pictórica de Carlos Altamirano


Resulta relevante determinar que lo anteriormente descrito, corresponde al contexto en el que se enmarca el objeto de estudio que analizaremos, en este caso, nos referimos a la obra “Retratos” del artista plástico chileno Carlos Altamirano, exhibida entre noviembre y diciembre de 1996 en el Museo Nacional de Bellas Artes.

La elección de dicha obra está cimentada en el diálogo que éste trabajo establece con el período de la historia de Chile denominado como “transición a la democracia”, y la lectura paradojal y multidimensional que ella instala en relación a la noción y cuestionamiento -recurrente y medular-de esta etapa: la pregunta sobre el rol de la memoria y/o las memorias.

Delimitamos este último punto sirviéndonos de uno de los planteamientos centrales del texto “Los trabajos de la memoria” de Elizabeth Jelin1; donde la autora señala -a modo introductorio- lo siguiente:

Primero, entender las memorias como procesos subjetivos, anclados en experiencias y en marcas simbólicas y materiales. Segundo, reconocer a las memorias como objeto de disputas, conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atención al rol activo y productor de sentido de los participantes en esas luchas, enmarcados en relaciones de poder. Tercero, “historizar” las memorias, o sea, reconocer que existen cambios históricos en el sentido del pasado, así como en el lugar asignado a las memorias en diferentes sociedades, climas culturales, espacios de luchas políticas e ideológicas”2.

Esta precisión es muy productiva en la medida en que se cuestiona la univocidad de la memoria, y se propone una conceptualización más descentrada, descompuesta en niveles de significación individuales, subjetivos y contradictoriamente plurales, consensuados y condensados en un armazón con características hegemónicas.

 

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RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

CAPÍTULO II

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

El proyecto y los acuerdos

De acuerdo a lo anteriormente descrito, podemos observar los primeros factores u orientaciones que determinaron el proceso de transición chileno. El acápite que acabamos de iniciar abordará someramente los acuerdos políticos que permitieron que se derivara de un régimen autoritario a uno democrático, pero también nos situará desde el quiebre institucional original (si es que resulta pertinente utilizar esta palabra) hasta la “redemocratización del país” que según Godoy, era uno de los compromisos del régimen militar1.

Dicha promesa fue posteriormente reafirmada en un acto público (el Discurso de Chacarillas, episodio que cobró un cariz pavorosamente ritual, acaecido el 9 de julio de 1977). La definición de democracia expuesta por Pinochet en su discurso estaba absolutamente disociada de la concepción ampliamente socializada; ajena por lo demás, a las democracias pluralistas occidentales.

Para Pinochet la democracia debía configurarse como un constructo “autoritario, protegido, tecnificado e integrador”. Con posterioridad a dicha declaración, se produjo una gran difusión de la concepción de “democracia” que el gobierno autoritario se proponía darle al país. Este proyecto tuvo carácter de fundacional, y en él, se pueden encontrar las bases del régimen político que más tarde quedará plasmado en el documento constitucional de 1980.

Según Godoy, la democracia protegida consagrada en la Constitución de 1980, antes de su reforma en 1989, representaba un ordenamiento más democrático y flexible que otras opciones que se barajaban dentro del régimen.

 

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Autorretrato recordando


Carlos Altamirano, Retratos (detalle, 1996)

 

El texto “RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile” de Ana Karina Lucero, que trata sobre la obra de Carlos Altamirano está separado en siete partes entregadas mes a mes en esta publicación que ahora culmina con el Corolario, en esta lista se pueden leer todas las parte del texto:

I. INTRODUCCIÓN http://www.revista.escaner.cl/node/6638

II. Capítulo I http://www.revista.escaner.cl/node/6659

III. Capítulo II http://www.revista.escaner.cl/node/6689

IV. Capítulo III http://www.revista.escaner.cl/node/6744

V. Capítulo IV http://www.revista.escaner.cl/node/6825

VI. Capítulo V http://www.revista.escaner.cl/node/6887

VII. Corolario y Bibliografía

 


 


Carlos Altamirano, Retratos (detalle, 1996)

 

RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

COROLARIO

 

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

En este período de postdictadura y/o transición la impronta se sostiene en el cierre de capítulo, en dar vuelta la hoja. Perspectivas que rodean el lema del pasado de la dictadura, particularmente la violación a los derechos humanos, con sus dispositivos mnémicos bibliográficos y archivísticos.

 

El presente se convierte entonces en un nudo capaz de hacer que el recuerdo no sea regresión, sino más bien un vaivén por recovecos de una memoria que transita por una multidireccionalidad crítica. El retorno a la democracia- en su variante chilena- edificó una escenografía de discursos en torno al problema de la memoria y la tensión permanente entre olvidar-sepultar y abrir- recordar.

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160
Autorretrato recordando

 

 

Lucidez en el abismo: Perspectivas en torno a Mi Madre de Georges Bataille

Capítulo II

 

Por Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

(El Capítulo I se puede leer aquí)
 

Subversión y perversión en la poética de Bataille

 

Mi insensibilidad, mi topor moral, habían progresado sorprendentemente. Como si mis nervios, encharcados en morfina, no sintieran nada. Había dejado incluso de pensar en la religión que, según creía, me trastornaba hondamente. El goce que daba a Hansi, el deseo de la voluptuosidad que la hacía mía, la felicidad de excitar la profunda desnudez de su cuerpo, de descubrirla y turbarme ante ella, habían sustituido el temblor, el sobresalto y la visión que me había causado la presencia divina, que antaño me hablaba, me llamaba y me atormentaba”

Georges Bataille, Mi madre

 

Será en 1905 a raíz de la difusión de “Tres ensayos sobre teoría sexual1”, que Freud expondrá la teoría del Edipo relacionada con la clínica. Es en este punto donde me detengo e instalo una digresión. Toda la descripción generada con anterioridad persigue delimitar someramente un campo; el punto es, cuánto de ello incidirá en mi lectura del texto de Bataille.

Escojo este texto sobre teoría sexual porque me parece una de las más pertinentes puertas de entrada y calce entre los planteamientos freudianos y la novela invocada; sin por ello soslayar otras conceptualizaciones derivadas del complejo de Edipo, que también serán yuxtapuestas a la lectura.

Prosiguiendo con nuestra asociación arbitraria, Freud fija en estos ensayos una explicación sobre el instinto sexual, atrayendo y por ende, sustituyendo textualmente el vocablo “instinto” por un juicio proveniente de la ciencia: la libido.

El autor pone en entredicho la aseveración-instalada institucionalmente- de que la libido no está presente durante la infancia, sino que más bien se va constituyendo en un proceso de maduración propio de la pubertad y que en relación a él se exterioriza en cuanto atracción sexual (cuyo fin es la cópula).

Al objetar dicho precepto, Freud despeja la inexactitud al circunscribir un esbozo que involucra a la persona desde la cual parte el instinto-designada como objeto sexual -y el acto hacía donde se dirige ese impulso (fin sexual).

Como fin sexual normal es considerada la conjunción de los genitales en el acto denominado como coito, conducente a solucionar la tensión sexual y asimismo su extinción temporal, (satisfacción comparable con la saciedad). Sin embargo, según Freud, el acto sexual más normal imbrica y atrae aquellos elementos concebidos como aberrantes perversos.

Escáner Cultural nº: 
160
EntreVistArtista (EVA)

 


 

Entrevista a ALBERTO POUSA TORRES

Entre Tú y Yo: ROSA MATILDE JIMÉNEZ CORTÉS

 

Alberto Pousa Torres nación en España en 1968. Realizó estudios de Turismo Internacional en Leysin, Suiza; posteriormente cursa la licenciatura de Filosofía y Teología en el Instituto Ecuménico de Dublín, Irlanda. Durante varios años vivió en Londres y actualmente radica en España. (Año 2009 - 2010 / Colaboraciones) Publica algunos de sus textos sobre arte y filosofía en el diario “El Sol de Córdoba”, a invitación de la artista mexicana Rosa Matilde Jiménez Cortés; titular de la columna “No – Dos”. Al mismo tiempo, colabora con Jiménez en proyecto EntreVistArtista (EVA) en el área de traducción. (Año 2011 / Exposiciones) Exposición Andante. Museo de Arte Contemporáneo de la Coruña. | Small Soldiers Proyect. Arte Contemporánea. Turín. Italia | Small Soldiers Proyect . Círculo GNAM. Pinerolo. Italia. Centro Cultural Berango. Vizcaya. | Sala de exposiciones Culturales Gorliz. Vizcaya. | Centro Cultural Lemoiz. Vizcaya. | Centro Cultural Kurtzio. Vizcaya. | Centro Cultural Urduliz. Vizcaya.

 

Proyecto EntreVistArtista (EVA) © 2009 – 2013

Autora/Entrevistadora: Rosa Matilde Jiménez Cortés
“Entre Tú y Yo”: Alberto Pousa Torres (España)

 

EntreVistArtista: ¿Existe una relación de matrimonio entre el filósofo y el artista al momento de verse uno ante el otro, en el espejo que separa la mirada fría de lo racional y el goce del instinto plasmado?

 

Alberto Pousa: En su deseo de ser piel roja, Miguel Morey nos convence de que el artista, el escritor, es un trampero de las imágenes de la fascinación: es alguien que busca huir de la impostura de su memoria cautiva, es alguien que quiere hacer memorable lo que huye, y cautivarnos. El envite de Nietzsche es precisamente que la muerte de Dios, esa mirada fría de la que nos hablas, no implica obligadamente la desaparición de esas potencias eternizarte (como el arte, el mito o la religión), que son las que encofran esas experiencias que nos permiten acceder a ese uno mismo racional, a manos de una historia omnívora y corrosiva, entendida como único sistema de auto inteligibilidad última para el hombre moderno.


Escáner Cultural nº: 
159
Autorretrato recordando

 

 

Lucidez en el abismo: Perspectivas en torno a Mi Madre de Georges Bataille

Capítulo I

 

 

 

Por Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

En psicoanálisis se habla todo el tiempo de la madre. Pero ¿qué es la madre? La madre es alguien que habla: incluso si es sordomuda, habla. Si habla, significa que es un individuo social, y que habla la lengua de tal sociedad particular, portadora de las significaciones imaginarias específicas de esa sociedad. La madre es la primera y masiva representante de la sociedad…”

Cornelius Castoriadis, Los dominios del hombre. Encrucijadas del laberinto

 

Pretendemos en esta introducción fijar coordenadas de lectura. Cada una de estas directrices será sobrepuesta, deslizada y atravesada explícita y oblicuamente por algunas de las categorías expuestas en el método psicoanalítico. El objeto de estudio y/o soporte que recibirá este influjo hermenéutico, corresponde a uno de los ejemplares más sobresalientes y representativos del trabajo del escritor francés Georges Bataille, me refiero en este caso, al texto “Mi madre”.

Esta obra publicada de manera póstuma en el año 1966, forma parte de un conjunto de cuatro textos desarrollados por el autor cuya focalización, eje y médula estuvo puesto en la figura materna como constructo paradójico (simultáneamente simbólico y desestabilizador).

Antes de ingresar al terreno de la aplicación conceptual, es necesario invocar un breve excurso parcial - dada la vasta bibliografía circulante-; pero no por ello menos aclaratorio, en relación a la incidencia del psicoanálisis en la evolución de esta escritura, como asimismo, en la configuración de un marco referencial y teórico desde el cual proyectar la labor crítica.


Escáner Cultural nº: 
159
Autorretrato recordando

Carlos Altamirano, Retratos

 

RETRATOS: Sobre la (im)posibilidad de configurar una versión pictórica de la memoria en Chile

CAPÍTULO V

 

Ana Karina Lucero
altazor_2004@yahoo.es

 

Fotografía y desaparición

La fotografía no rememora el pasado (no hay nada de proustiano en una foto). El efecto que produce en mí no es la restitución de lo abolido (por el tiempo, por la distancia), sino el testimonio de lo que veo ha sido. Ahora bien, éste es un efecto propiamente escandaloso. Cada vez la fotografía me sorprende, me produce una sorpresa que dura y se renueva inagotablemente. Tal vez esa extrañeza, esa obstinación, se sumerge en la sustancia religiosa en la que he sido modelado; no hay nada que hacer: la fotografía tiene algo que ver con la resurrección”

Roland Barthes, La cámara lúcida

Una expresión artística como la de Carlos Altamirano, instalada en una época de desaparición -como lo señalaba Déotte- es un arte que respeta una ley que le es exterior, es decir, que lo insta a recoger y levantar a aquellos sujetos concebidos por la tradición histórica como “los vencidos” o “los sin huella”.

Altamirano plantea un trabajo desde los límites. Por un lado, se hace cargo de los desaparecidos1 exponiéndolos, sobreponiéndolos a una cinta continua de elementos antagónicos. El lienzo combina el pasado y el futuro (pretérito que es rastro y trazado, rostros en blanco y negro que se desplazan por una iconografía kitsch, excesiva, difusa que no es más que una lectura de un presente carente de referencias claras).

Escáner Cultural nº: 
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