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REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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SURREAL

                             

 

Por Enrique de Santiago

artedeenrique@yahoo.es

 

La influencia de Mandrágora como yo he dicho, es “secreta”, sus adeptos mantienen el  secreto. (1)

(Enrique Gómez-Correa)

 

Introducción

 

En este último tiempo, se conmemoran en diversas ciudades del país, y con variadas actividades, los cien años desde el nacimiento del poeta Enrique Gómez-Correa, quien trajo consigo una poesía de alta factura y que dejaría profundas huellas dentro del concierto del imaginario poético surrealista, ese que trasciende más allá del verso adscrito a lo reconocible y por lo tanto, situado dentro de los márgenes del universo de la metáfora oculta, a la cual, él junto a sus compañeros de ruta denominarían como Poesía Negra. Así, un día 15 de Agosto del año de 1915 nacía en la ciudad de Talca en Chile, una de las figuras más señeras de la poesía surrealista, tanto de la escena nacional como a nivel global. Este gran poeta del siglo XX podría mencionarse como una de las piezas fundamentales del surrealismo chileno, y que junto a Braulio Arenas y Teófilo Cid, formaron en el año de 1938, el grupo surrealista y la revista- editorial Mandrágora (posteriormente se les uniría Jorge Cáceres en el mismo día que hacen su primera aparición pública en julio de 1938 en la Casa Central de la Universidad de Chile). Este poeta entonces, es quien sería parte de la publicación surrealista más prolongada en el tiempo, dentro del concierto latinoamericano durante el siglo pasado, y que a todas luces sería un referente obligado para las nuevas generaciones de seguidores de lo maravilloso en nuestro país.

La semana pasada se dio un ciclo de conferencias en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca, que contó con la presencia de Daniela Sol (poeta y académica estudiosa de Mandrágora y Surrealismo), Hernán Ortega Parada (periodista e investigador, autor del libro Arquitectura del escritor-Enrique Gómez Correa), Marcelo Mendoza (Editor de Mandrágora Ediciones) y Bernardo Subercaseaux. La moderación del conversatorio fue realizado por Xavier Gómez (hijo del poeta). Los tres primeros repetirán esta charla el día jueves 20 de agosto, en el acto llamado Cataclismo/Revolución…100 años Enrique Gómez-Correa, en la Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional de Chile, sumándose a estos el poeta Rodrigo Verdugo como moderador y una performance del académico y artista visual Mario Soro.

El pasado 15 de agosto en el Centro de Eventos La Cava de la Corporación Municipal de San Miguel, también se le rindió un homenaje, donde decenas de poetas jóvenes tributaron al poeta en el encuentro titulado 100 años de Surrealidad, en esa ocasión también contribuyeron con su espectáculo-recital musical-poético, la agrupación Poetas Marcianos.

Otra actividad relevante fue la creación de un gran mural en homenaje a Mandrágora, realizado por la notable artista visual Susana Wald, quien desarrolló el trabajo de este proyecto, primeramente en Talca (mediciones in situ), para posteriormente terminarlo en su casa-taller en Oaxaca, México. Mural que desde hace un par de días ya está en nuestro país, para que en un futuro cercano, sea instalado en el edificio de la Gobernación del Maule en la ciudad de Talca. Sin duda una obra que quedará como legado-tributo a Enrique Gómez-Correa y el resto de los integrantes del Grupo Mandrágora: Braulio Arenas, Teófilo Cid y Jorge Cáceres. Esta iniciativa fue posible gracias a la labor de la gestora cultural Ximena Olguín P. quien desde el 2013 inició las gestiones para poder llevar a cabo este gran proyecto, que no sólo dejará este mural conmemorativo sobre este grupo de surrealistas y su poesía, sino que además servirá para que nuestro país pueda contar con la presencia de una obra pública de la connotada artista que actualmente reside en México y que en los años 60-70, fue una importante representante de la actividad surrealista en Chile, así como impulsora junto a Ludwig Zeller, de importantes hitos de nuestra cultura como la fundación de la editorial y el centro cultural llamado La Casa de la Luna.

 

 

  

Susana Wald a la izquierda con un detalle del mural en homenaje a Mandrágora.

 

 

El principio de un viaje onírico


Esta experiencia dentro de Mandrágora quizás no hubiese sido posible, si no fuera porque el azar objetivo quiso que estos amigos se conocieran mientras estudiaban el Liceo de Talca (1932-1933), lugar donde se forjó esta amistad en torno a lo literario. Es allí donde con 17 años, surge la primera aventura editorial y poética de Gómez-Correa al fundar y dirigir junto a compañeros de curso la revista Dirigible (Talca, 12 de Mayo de 1933) donde en su portada se hace mención que es una revista literaria dirigida y editada por muchachos del quinto año B del Liceo de Hombres (Arenas y Cid, iban un curso más arriba y no participan en este primer proyecto). El poeta escribe con el seudónimo de Enrique Elenguecé, tanto en prosa como en versos, siendo uno de ellos un poema titulado Otoño que versa así: Un remolino de hojas secas anuncia el otoño / Hojas muertas que en la plenitud de su vida, fueron verdes / Las nubes cubren el cielo / Empieza a llover calmadamente / El ruido que producen las gotas de agua al chocar con la tierra, repercute en mi alma como un suave tintineo / Canción de otoño. / La lluvia invita a refugiarse en el tibio hogar. / Hojas inertes, nubes, viento y lluvia: Otoño. (2)

Estas prácticas poéticas iníciales luego se trasladarían a Santiago, ya que es el momento cuando Enrique Gómez-Correa con sus dos amigos o mosqueteros (la poeta Winett de Rokha afectuosamente los llamaba los tres mosqueteros) decidieron emigrar a la capital a proseguir estudios superiores. Es allí donde conocen y participan de las tertulias de Vicente Huidobro, quien ha traído (al igual que lo hizo Juan Emar) desde París las publicaciones que por esos años conmovían la escena cultural de Europa. Así es como leen y toman conocimiento de las ediciones literarias y surrealistas, como la Revista Littérature y también el Primer Manifiesto Surrealista de André Breton.

 

Para entender un poco como llega Enrique Gómez-Correa a saber de la literatura europea, especialmente del Surrealismo y de sus dos afluentes literarios más directos que le precedieron - el Romanticismo y el Simbolismo- es que entonces debemos remontarnos cerca de una década antes, cuando los primeros hijos rebeldes de la oligarquía chilena emigraron hacia el viejo continente en busca del “vellocino de oro” literario, me refiero a Vicente Huidobro, Juan Emar y Joaquín Edwards Bello.

 

Las influencias europeas

 

Fue en 1924 cuando se hace público el Primer Manifiesto del Surrealismo, y un poeta chileno llamado Juan Emar (3) también conocido como Jean Emar (pseudónimo que es su Alter ego, y proviene del argot francés «yo estoy hasta la coronilla o «J´en ai mare») se encuentra en París. Gracias a sus sucesivos viajes, él toma contacto y confianza con el grupo en formación en torno a André Breton. Emar por esos años conoce de la publicación del primer manifiesto y le pide a su esposa Sara Malvar que traduzca y transcriba al español el texto del primer manifiesto de Breton de 1924, y publica una primera parte de éste el lunes 23 de marzo de 1925, apareciendo como: Manifiesto del Suprarrealismo (sic), página 09, Nota de Arte número 39. Juan Emar se había integrado en febrero de 1923  al periódico donde inicia sus escritos, que con inusitada rapidez se convierten en un cúmulo de ideas que estimulan la aparición de diversos colaboradores para su página de arte. Son ellos, los más fieles promotores de las nuevas ideas del arte del siglo XX. Entre ellas el Cubismo, Creacionismo, Futurismo y Surrealismo, estilos de escritura que Emar manejaría posteriormente en forma ecléctica para redactar sus propios manuscritos como los reunidos en “Umbral” (nombre con que se titula una serie de escritos no editados en vida)

Otro que también por esos años escribe en La Nación, es Joaquín Edwards Bello (también lo hace en un principio para El Mercurio), siendo considerado uno de los más importantes cronistas del pasado siglo. Edwards Bello en su paso por Europa, conoció a Tristan Tzara uno de los fundadores del movimiento Dadá, quien incluso lo nombraría Presidente Dadaista en representación de Chile.

Juan Emar es un influyente vanguardista de la época y junto a Huidobro y Edwards Bello, serán quienes alienten y estimulen los inicios de las ideas de las vanguardias culturales en Chile. Los tres con sólida formación y con capacidad de ver la anquilosada realidad chilena de la época y plantearla críticamente, ven en las nuevas manifestaciones europeas una posibilidad de expansión cultural y transformaciones para nuestro país.

Al acortar la gran distancia con los centros culturales europeos, trayendo con relativa prontitud estas noticias del arte de vanguardia, permitirían que estas manifestaciones sean conocidas tempranamente, por lo qué las buenas nuevas traídas por Huidobro, sumado a las publicaciones de Emar y Edwars Bello en el Diario La Nación provocan una nueva valoración del trabajo del grupo informal encabezado por ellos.

Por su parte Huidobro, con intereses más personales desde el punto de vista de su auto-mirada de grandeza, deseaba formar una importante cantidad de seguidores de su reciente movimiento creacionista. Es conveniente agregar algunos nombres de toda una generación casi extraviada, Jaime Dvoreski (Dvor), Carlos Sotomator, Gabriela Rivadeneira (segunda esposa de Jean Emar), María Valencia Díaz, Waldo Parraguez,  que entre 1933 y el ´35 ya exponen sus avanzadas obras plásticas en exposiciones surrealistas tanto en Chile como en Lima en 1935.

Ellos, especialmente Huidobro y su grupo de incondicionales abren un camino en la defensa de la escritura fundamentada del arte moderno y tratan de hacer adeptos locales, dentro de ese grupo de discípulos leales podemos contar a Eduardo Anguita, Volodia Teitelboim, Humberto Díaz Casanueva por citar a algunos, y cercanos a estos últimos; unos jóvenes Arenas, Cid y Gómez-Correa. Todas estas idas y venidas de estos escritores de más edad, son parte del patrimonio poco publicitado y reconocido en función de la llegada a Chile de las ideas del Surrealismo y otras diversas vanguardias. Estas acciones periódicas serían fundamentales para el camino que tomaría Enrique Gómez-Correa y el resto del Grupo Mandrágora en 1938, pero estos  no desean sentirse discípulos de estas voces mayores de la literatura, sino que crean su propia trinchera que dispara fuego de gran calibre a toda la escena literaria de los años 30.

Así es como este grupo de jóvenes deciden hacer un nuevo viraje al concepto que se tenía de la poesía en nuestro país y contextualizarlo dentro un Surrealismo con un acento internacionalista, incorporándole además elementos propios de nuestra cultura.  “Escribieron a André Breton, quien, sorprendido de tener seguidores en estas latitudes, los acoge y les concede la venia para explotar su "marca registrada" como mejor les pareciera.” (4). Así es como el 11 De Julio de 1938,  en la Universidad de Chile anuncian el nacimiento del grupo con el lanzamiento de su revista “Mandrágora: Poesia, Filosofía, Pintura, Ciencia, Documentos.”


No obstante antes de “Mandrágora” ellos participaron previamente en otras publicaciones, así como con Vicente Huidobro en la revista Total de 1936, como fue el caso de Enrique Gómez-Correa.

 

                 

Enrique Gómez- Correa, segundo de izquierda a derecha

 

 

Enrique Gómez-Correa y su período con Mandrágora

 

 

Mandrágora es un grupo esencialmente de Surrealismo literario, que se inicia con su creación poética en 1932-1933 primeramente en Talca para posteriormente trasladarse a Santiago, donde su mayor actividad fue entre los años 1938- 1944, con los exponentes Braulio arenas, Enrique Gómez Correa, Jorge Cáceres y Teofilo Cid.

La revista alcanzó a publicar un total de siete números, desde 1938 a 1943 en los cuales participaron diversos artistas e intelectuales chilenos tales como; Gonzalo Rojas (La miseria del hombre), Fernando Onfray (Trillada fábula en pro de la abolición del colmillo), Gustavo Ossorio (Presencia y memoria), Jorge Cáceres, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, el pintor Eugenio Vidaurrázaga, Mario Urzúa, el músico Renato Jara, Alejandro Gaete y Mario Medina.

Mandrágora se postula como prolongación y en sincronía con el Surrealismo que asoma en el viejo continente, especialmente con el Grupo Surrealista de París que es su origen.  De igual forma por aquellos años surge un fenómeno de ascenso de las capas sociales medias, ligadas al Frente Popular durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, pese a este ambiente, el grupo no participaría activamente en la vida política-social de aquellos años de procesos revolucionarios en Chile, manteniéndose circunscrito a la agitada actividad literaria surrealista.

 

La poesía negra


Expresarnos de Enrique Gómez-Correa, es definir la importancia de la trascendencia del verbo alquímico en la poética, la cual él la percibía dentro de ese influjo revolucionario que sentía en lo que él denominaba como “Poesía Negra”. Donde su intención primordial, era revelar todo aquello que estuviese más allá de toda consciencia y mantenerse atento a la búsqueda permanente de los elementos circundantes a lo real o conocido, con lo anterior señalaba aquellos pasajes o umbrales que ofrecían acceso a las esferas adyacentes conocida como la surrealidad, lugar que con sus planos ignotos e inasibles se encuentran dentro del mundo de lo maravilloso, donde se expresa eso externo desconocido, que además se conjuga con el otro mundo interior eterno, en lo que viene a ser como dos universos que colisionan, como nos dice en su poesía: “Entonces la imaginación es sacudida por inevitables cataclismos.” (5).

 

Hablar de la poesía es citar su forma y su fondo. En su aspecto formal, sería  todo aquello que guarda relación con sus elemento vibratorios distinguibles, ya sea como su sonoridad, ritmo, espacio-vacío que se ve conjugado con su manifestación audible-visible, una suerte de composición que se asemeja a la "música de las esferas" o a los espacios euclidianos que miden y forman lo conocido. Pero también hay otra formalidad o geometría en lo invisible y por cierto podemos agregar a esto, que también en esos planos ignotos, podemos encontrar manifestaciones no matemáticas o no geométricas (similar a las abstracciones no euclidianas de Matta). Esto mismo se puede ver asomado en varios pasajes de la poesía de Gómez-Correa, ya que su poder de penetración o capacidad de desdoblamiento del objeto conocido-verbal, queda de manifiesto en numerosos pasajes de su poesía negra, así lo percibimos al mencionar sus versos: Cuando el ojo embriagado por el espacio / Emprende el viaje al país del olvido. (6). En ellos se distingue una suerte de proyección hacia fuera de los márgenes, como en diversos versos que rompen con ciertas estructuras reconocibles, tanto en su aspecto formal como en su construcción semántica, así se hace notorio cuando en un instante nos cita un elemento de la realidad, para posteriormente, acto seguido, sacarnos de cuajo de toda referencia sobre lo conocido. Eso precisamente, es el artilugio de la metáfora llevada a su expresión más radical, ya que justo cuando nos acostumbrábamos a navegar por ciertas aguas, Gómez Correa, no eleva hacia otros piélagos que contrastan el anterior escenario. Poesía Negra, verbalización salvaje, que es el nigredo con su transformación alquímica, una suerte de vía seca hacia los hallazgos más brutales y maravillosos.

 

No en vano sus primeros versos y libros apuntan a la noche, al refugio de la oscuridad, al amor nocturnal y a la mujer que se presenta luminosa solo en las sombras, pues es ahí donde el poeta se mueve a sus anchas y despliega su instinto salvaje y delirante, pero es un verso qué también es capaz de ser sutil y delicado al amar: “Entonces ella pasa vestida de finos tules/ Con lujo de resplandor/ Y al punto me digo/ “Es ella mi amor la que camina/ Con la elegancia de las aves zancudas/ Y ya no nos atrevemos a desafiar la noche” (7). Esta es una suerte de dicotomía que lo acompaña en gran parte de su primer periodo junto a Mandrágora. Así nos lo indica también cuando escribe “Adoro esta sombra/ Esta proyección de mi cuerpo/  Que va en la noche hacia la mujer” (8) Quizás, en uno de sus libros más reveladores sobre la significación de la noche y su suerte de “nigredo verbal” que condiciona a gran parte de las letras allí expresadas. Poeta de un negro lenguaje, aparentemente frío, pero a su vez contenedor de un fuego interior e indómito que es amante de la raíz negra de la Mandrágora (que se expresa en lo femenino) y que posee la virtud del éxtasis del placer soñado,  pero que además contiene el veneno que destruye.  Entonces el poeta usa el verbo a modo de sortilegios para alzar ese deseo deseado y así ser poseedor de sus virtudes  inconmensurables. En este sentido, Gómez-Correa no evita los riesgos que conlleva el uso del verso que se equilibra en el borde de un abismo, es entonces que es más fuerte el llamado de la pasión, aquel eros que renace multiplicado tras la enorme y tanatológica tragedia del ahorcado.


Junto con el deleite del delirio surge la surrealidad oculta de la noche y el amor desenfrenado, como si el abismo lo aguardara en el siguiente minuto, así se desenmaraña el alfabeto negro del eros, así como “Holbein el Joven” hace lo propio con la muerte. Es allí donde  habita la lengua oscura en la perspectiva del poeta. Es en 1943 cuando citaría a Holbein en su adentramiento hacia el encuentro de la esencia misma de las vocales en su ensayo La idea de dios y las vocales publicado en 1954 (aunque escrito en 1943). De ésta etapa suya surge el relámpago habitante del delirio y el sueño, ya qué para Gómez-Correa ambas instancias son primordiales para adentrarse en los misterios. Él mismo nos indica en una entrevista que ha estudiado las ciencias ocultas y la alquimia: “He estudiado mucho: lo que son los fundamentos de la alquimia y lo que buscaban los alquímicos, tengo bastantes libros” (9) Todo esto según se deduce en sus palabras en la misma entrevista, es para nutrirla (a la poesía) de mejor manera y no solo de aquello que proviene del inconsciente, atreviéndose en cada intento y con mayor fuerza a transgredir los límites de la realidad, con ese amor, desde fuera y oculto de  la sociedad, lo que yo denomino como la poética del viajero onírico en las sombras. Este fue su afán hasta su último libro. Es entonces que este poeta se convierte como uno de los puntos más altos de nuestra poesía y un ejemplo de consecuencia, en su devenir como poeta y militante surrealista.

 

En 1945 edita el libro “Mandrágora Siglo XX” donde se encuentra una nueva búsqueda, que es complementaria con los sentidos ocultos de su primera etapa más violenta y explosiva. Entonces aparece la poesía del que se adentra en los misterios del lenguaje de las aves: “En la noche destapo la botella y soy un pájaro/ Que interroga a su alma” (10), así su poesía en algunos momentos comienza a querer descifrar el sentido arcano de las cosas, aunque estas se sigan manteniendo en las sombras. Allí también surge el verso: Una nube subida sobre mí/ Hace el efecto de una profecía/ Yo hablo entonces a la oreja del futuro (11).

 

Los años siguientes lo pasa viajando. Residió 3 años en París donde compartió con los surrealistas y conoció personalmente a Breton, con quien se reunía en el Café de la Place Blanche. Estando allí supo de la muerte de su amigo “madragórico” Jorge Cáceres en 1949. Posteriormente se alejaría de Teófilo Cid, los amigos se distanciarían, entonces se publica El AGC de La Mandrágora sin la presencia de Cid en ella (En sus años postreros también lo haría de Braulio Arenas)

 

 

                 

 

 

En los años sucesivos, a partir de 1963 merced de su trabajo de agregado diplomático, viaja bastante donde se adentra aún más en los misterios de Oriente y en especial de Egipto, donde profundizó sus conocimientos del hermetismo. Un libro especial y que apunta a nuevos puntos de vistas es en el libro La pareja real (1985) donde escribe: “Cielo y tierra la pareja / separada por el abismo invisible” una clara alusión a la antigua idea de unidad planteada en la Tabla Esmeralda, donde todo esté universo primordial estuvo unido y ligado y en la medida que las edades transcurrieron, éste se ha separado por la voluntad del logos en su constante devenir de adaptación de las formas (su forma) y la energía. Estos versos obviamente no son una coincidencia, por lo que el poeta debe conocer los secretos subyacentes en los libros, tales como el Mutus Liber, o el kybalion, por citar algunos que dan lugar y conducen hacia los senderos del Hades o los jardines de la Abadía de Thélème - según las indicaciones que nos da Rabelais - (del Corpus Hermeticus, thelema, que significa voluntad). Este libro busca el origen, con sus preguntas y sus respuestas, ya que en su poesía nos recuerda el rol del gran andrógino y el matrimonio sagrado uránico-terráqueo y esencialmente el papel de lo femenino como fuerza motora y renovadora del mundo (la Shekinah) al igual que como lo planteara Breton años antes en su libro Arcano XVII. Él mismo decía que su poesía debía ir más lejos e incluir aspectos que fueran nexos entre el consciente y el inconsciente, pues en cierta manera “el automatismo se prestaba mucho para fraude” (12) El surrealista nos indica con esta frase, que la labor del poeta ante todo debe ser de suma honestidad, y que cada periplo por la llanura extensa de la inconsciencia debe estar dotada de veracidad, esa que solo se aprecia adentrándose verdaderamente en el mundo surreal o en los universos paralelos (según lo define actualmente la física cuántica), lo demás es invención, literatura fantástica o burda pirotecnia como lo insinúa anteriormente, así ha quedado demostrado cuando cotejamos los antiguos escritos de buscadores en lo hermético como María La Judía, Basilio Valentin o Nicolas Flamel con la poesía de Rimbaud, Desnos o el mismo Gómez-Correa. Todo lo demás es poesía surrealizante sin sustancia, una burda imitación, un juego de palabras que difícilmente podría contener la quintaesencia en su hermenéutica, es decir la vibración más sagrada del verbo.

 

Al margen de su notable trabajo poético, cabe mencionar su prodigioso ensayo que primeramente fue su tesis para su titulación de la carrera de derecho, Sociología de la locura, obra que se ve editada a manera de extracto dentro de su antología titulada Poesía explosiva del año 1973. Allí el poeta se expresa diciendo “¿Cómo detenerse, cómo desterrar el sueño de la cabeza del hombre? ¡Decídmelo!” (13).

En el mismo año de la edición de ese libro, él se desempeñaba como Cónsul en Tegucigalpa en Honduras, momento cuando su carrera diplomática cesó tras los acontecimientos de aquel funesto 11 de Septiembre. Pero sin embargo el surrealista y el poeta siguieron con vida, y pese a los intentos de la oficialidad de aquella época de colocarlo bajo el manto negro que pretendía ocultarlo de las miradas públicas, el Surrealismo seguía palpitando en él y su actividad poética seguía latente y en actividad. Así continúa editando de una u otra forma, con medios propios o con la ayuda de amigos surrealistas como Susana Wald y Ludwig Zeller - que ya en ese entonces residían en Toronto donde fundarían Oasis Ediciones-  años en que le publican Mother-Darkness (en inglés). El mismo Gómez - Correa, posteriormente haría la presentación de un libro de poemas inéditos de Jorge Cáceres también publicado por Wald y Zeller en esa ciudad. En ese prólogo es donde escribe: “Han corrido décadas desde aquella memorable lectura de poemas y declaraciones de La Mandrágora y esta misma Mandrágora ha logrado mantener su brillo, su extraordinaria lucidez y su real fosforescencia” (Santiago de Chile, mayo de 1978) (14). Yo agregaría que ese resplandor zoharico se mantiene hasta nuestros días y lo seguirá siendo por todo el tiempo que nos queda por delante. Pues Gómez-Correa ya es parte fundamental del surrealismo y de ese alfabeto que le es propio, siendo también pieza esencial de aquella vanguardia poética insumisa y consecuente, ya que él ya pertenecía al mundo antes de llegar al mundo, y el mundo le pertenecía a partir de la palabra y el verso. Lo estimó así en su prefacio al libro “Poesía explosiva” el estudioso del surrealismo Stefan Baciu,  donde nos dice “Los ojos del poeta chileno estaban abiertos con curiosidad y pavor”. Según mi punto de vista esos ojos al poeta se le fueron concedidos en un momento pre-embrionario.

 

Sus publicaciones variadas y profusas, dan cuenta de su inagotable veta, inclusive en el periodo oscuro y brutal de la dictadura, donde no cesa de editar sus publicaciones, lo que se mantiene de manera sostenida hasta el momento de su muerte en el año 1995, publicándose incluso de manera póstuma su libro: Las cosas al parecer perdidas (Poemas). Por la Universidad de Valparaíso-Editorial, Valparaíso, Chile 1996.


Estando en París con un sabio amigo surrealista- Guy Flandre, me hacía mención acerca de su infinito conocimiento de la poesía de Gómez-Correa, su amistad, y de su propia definición del poeta, calificándolo como uno de los más lúcidos del surrealismo. Una suerte de nauta consciente del inconsciente, donde el poder y la resonancia de sus poemas habitan con fuerza en su eterna nave, la cual construyó en su incansable labor en favor de la poesía.
Hoy este poeta, es profeta en su tierra, y fuera de ella. Fue gran amigo de Breton, de René Magritte, de Jacques Herold, Enrico Donatti, Toyen, etc, vivió y fue  surrealista hasta sus últimos días, en este pequeño país al sur del mundo, donde el surrealismo no ha tenido igual en otra vertiente poética, tanto así que aunque han transcurrido varias décadas desde la aparición de Mandrágora, la actividad surrealista es tan intensa como antes. Entonces las palabras que Jean Benoit me dijo un día, hoy cobran profundo sentido: “Los chilenos que he conocido son los más delirantes del mundo, los chilenos respiran el surrealismo”.


Entonces dejemos que hable Enrique Gómez-Correa:

 

III

Es que de tanto amar lo desconocido

Termina uno por disolverse en sus líquidos de colores palpitantes

Se sabe que un abismo corresponde a un cielo

El guante vacío a la mano más inaudita

La palabra nunca pronunciada al labio más ardiente.
Nos lamentamos en la noche

Cuando el sueño empieza a despojarnos de nuestras ligaduras

Cuando la hoja se separa del árbol como el color de las plumas de un pájaro

Cuando el ojo embriagado por el espacio

Emprende el viaje al país del olvido.
Yo me inclinaré ante este deseo

Que hoy oprime las capas profundas de mi corazón

Que ha sabido trastornarme a la hora en que el sol profanaba el misterio de los objetos

Para que yo pudiese despistarme

Y abandonar el alma al pavoroso designio.
Quien se haya bañado alguna vez en estas aguas negras de la soledad

Quien haya sentido el terror que nos infunde la caída total de los astros

El corazón que sangra en el silencio y la inocencia del niño que acaba de ser seducido por el bosque


(Fragmento de Lo desconocido liberado, 1949)

 

 

Enrique Gómez-Correa, surrealista, alquimista del verbo, de la sustancia, y de la quinta esencia, poeta que nos recuerda que aquel que busca lo verdaderamente maravilloso no se extravía en su derrotero, así como también lo expusiera Eliphas Levi al nombrar los tres estados para acceder a la otredad: Uno de ellos es el estado embrionario, el otro es el sueño y por último el delirio o la locura. Allí y no en otra parte es donde se encuentra la alfaguara surrealista. El poeta también señaló esa verdad de esta manera: “Por lo que respecta a la locura, la fría lógica que rige todas sus expresiones, debe ser ubicada igual que la del sueño, en el plano de las delimitaciones entre lo real y lo irreal. Ella entraña siempre un grado superlativo de grandeza y majestuosidad. ¡Por qué he visto yo esta noche a una mujer hermosísima lanzar injurias sobre el mar! No, precisamente no, no es el estado de "cordura" el que pone de manifiesto la lucha formidable ente el instinto y la razón. Por el contrario, es esta zona circundada por espantosos peligros, en ella, donde los problemas alucinatorios, el amor, la locura, el sueño, el mundo sobrenatural, sigue un torbellino horrendo, y en último término van a constituir la médula misma de la vida.” (15)

 

Sus principales obras literarias son: “Las Hijuelas de la Memoria” (1940), “Cataclismo en los Ojos” (1942), “Sociología de la Locura” (1942), “La noche al desnudo” (1945), “Mandrágora siglo XX” (1945), “El espectro de René Magrité” (1948), “En pleno día” (1949 “Carta elegía a Jorge Cáceres” (1949),  “Lo desconocido liberado-seguido de las tres y medias etapas del vacío” (1952), “La Violencia” (1955), “El AGC de la Mandrágora” (1957), “El calor Animal” (1973), “Zonas Eróticas” (1973), “Mother Darkness” (1975), “Homenaje a Mayo” (1980), “La Pareja Real” (1985), “Frágil Memoria” (1986), “Los Pordioseros (1987), “El Peso de los Años” (1987), “El Árbol del Pensamiento” (1987), y “Mano Enguantada” (1987), “Las cosas al parecer perdidas” (1996)

 

Notas:

 

1-  Surrealismo Latinoamericano- Preguntas y Respuestas, Stefan Baciu, pág 31, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Cruz del              Sur, Valparaíso, 1979.

2-  Revista Dirigible, número 1, año 1, Sin editorial, Talca, 12 de Mayo de 1933, pág. 6.

      Edición facsimilar editada por Hernán Ortega Parada.

3-  Su verdadero nombre era Álvaro Yáñez Bianchi

4-  http://www2.udec.cl/~mariasmo/literatura/La%20Mandr%E1gora.htm

5-  Del poema Alicia en el país de las maravillas del libro El espectro de René Magritte de 1943.

6-  Del poema Lo desconocido liberado III, del libro Lo desconocido liberado seguido de Las tres y media etapas del vacío. Pág. 14,               Ediciones Mandrágora, Santiago de Chile, 1952.

7-  Poema XXX del libro La noche al desnudo de 1945.

8-  La noche al desnudo, I, del libro La noche al desnudo de1945.

9-  Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa, libro-ensayo entrevista de Hernán   Ortega Parada, de Ediciones Huelén, 1999.

10-  Yo entro en gavilán y salgo en Fenix del libro Mandrágora Siglo XX de 1945.

11-  Del poema El hombre y su magia del libro Mandrágora Siglo XX de 1945.

12-  Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa, libro-ensayo entrevista de Hernán Ortega Parada, de Ediciones Huelén,                    1999.

13-  Poesía explosiva, Enrique Gómez Correa (con prólogo de Stefan Baciu) Mandrágora-Ediciones Aire Libre, Santiago de Chile,                    1973.

14-  Jorge CáceresTextos Inéditos, Ediciones Oasis, Toronto, Canadá, 1979.

15-  Notas sobre la poesía negra en Chile (revista Mandrágora Número 3, Junio de 1940.

Escáner Cultural nº: 
183
Excelente articulo Enrique. Te felicito.

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