Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Torneo de poesía 2007-2010.

Antología de poetas sobre el cuadrilátero

Verso Destierro /Linaje Editores. México, 2013

 

Por Tomás Brown Cruz

 

Ya van siete años del Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero que organiza la editorial mexicana independiente Verso Destierro. Siete años dice que una idea se puso en marcha y que ha tomado pulso: más de cuarenta poetas se enfrentan cada año con sus versos en un ring profesional en el que sus reglas se ajustan a la palabra. Hoy esto se manifiesta en una reciente antología que recoge tanto una introducción a cargo de los organizadores Andrés Cisneros de la Cruz y Adriana Tafoya, como los poemas, impresiones e imágenes de los adversarios en el cuadrilátero.

La introducción recoge y analiza en detalle –a lo largo de los siglos– el concepto de torneo de poesía, en sus diferentes modalidades, y ahora en México, como un deporte intelectual, recapacitando los organizadores en un vuelco de sentido, en girar hacia otro ángulo el ring, con lo cual los poemas que ganan la lucha son los que tienen “otra manera de ver el mundo”. Y esto es modernidad, en cuanto es revolución, que es lo que viene a mostrar los siguientes apuntes.

Es en la carta del 10 de Enero de 1797 a su amigo Ebel, el médico que había partido a París para asistir de cerca a la revolución, y que estaba profundamente desilusionado, al que Hölderlin escribe: yo creo en una revolución de los sentimientos y de las maneras de representación que llenará de vergüenza a todo lo que la habrá precedido. Aquella revolución es la que propongo llamar la revolución de la modernidad. (Fedier)

 

Apuntes para una modernidad en Verso Destierro

Es común pensar la modernidad en torno a la concepción cartesiana, como una ruptura con la tradición comprendida sólo dentro de una teoría del conocimiento: mi intención no fue nunca más lejos que tratar de reformar mis pensamientos y de edificarlos sobre unos cimientos totalmente míos, dice Descartes. Pero el caso de Hölderlin y Baudelaire es diferente. No se trata de demoler el edificio para construir uno claro y distinto, sin dudas en las estructuras como lo había tenido el anterior, sino más bien quieren decir: vamos a cambiarle la dirección oriente de este edificio por la poniente, porque es por donde entra la luz. Por eso, la palabra modernidad se consume en una inversión de sentido que prevalece frente a los tiempos: la modernidad se aplica a la manera y no al tiempo, dice Baudelaire.

En la manera hay una distinción entre lo lírico (lo propio, lo igual) y lo épico (lo impropio, lo ajeno). Si el poeta lee de pie y su voz no existe sin un público es lírico, y si por ejemplo lee de espaldas es épico, por hacer un gesto, tener una manera, en el que la voz no necesita de nada más. Y en el paso de lo lírico a lo épico está la modernidad, cuyo sentido lo atrapa Baudelaire en continuidad con Hölderlin que escribe en una carta a Bölhendorff: Ahora bien, lo propio tiene, tanto como lo extraño, que ser aprendido. Por eso nos son imprescindibles los griegos…

Sólo desde los griegos, por tener en común lo más alto con ellos –la relación viviente y el destino– es posible comprender una inversión de sentido. Una buena ilustración es el escultor Rodin hablando con su amigo Paul Gsell:

Rodin: ¿No le parece que la vegetación es el marco más apropiado para la escultura griega? Ese pequeño Eros adormecido, ¿verdad que parece el dios del jardín? Su carne rolliza se hermana con este follaje diáfano y exuberante. Los artistas griegos amaban tanto la naturaleza, que sus obras se sumergen en ella como en su elemento natural.

Gsell: Obsérvese esta actitud. Se suelen poner estatuas en un jardín para adornarlo: Rodin lo hace para adornar a las estatuas.

¿O acaso no es un giro radical o una inversión de sentido pensar que el jardín adorna a las estatuas y no las estatuas al jardín? El modo de representación cambia; se invierte la perspectiva de cómo algo se mira; y esto no es sólo mirar la estatua por otro escorzo o no más de frente, sino que refiere a un cambio en relación a nuestro modo de sentir. Que tanto para los griegos como modernos la naturaleza sea el sentido más alto para la estatua, pero que la primera adquiera una dirección de comprensión nueva y distinta, es la carne de la inversión de sentido que toma forma a través del paso de lo lírico a lo épico que deviene un avance en la manera y no en el tiempo cronológico. Lyotard dice: Una obra puede devenir moderna sólo si es antes post-moderna. En este sentido, el postmodernismo no es el modernismo que ha alcanzado su fin sino el modernismo en estado naciente – y este estado es constante.

Para permanecer en el espíritu moderno, no hay que encontrarse más del lado de la escuela, que es lo propio, sino hay que seguir a lo impropio que está del lado de la naturaleza. Baudelaire anota: Todo el mundo puede imaginar sin esfuerzo que, si los hombres encargados de expresar lo bello se ajustaran a las reglas de los profesores-jurados, lo bello desaparecería de la tierra, ya que todos los tipos, todas las ideas, todas las sensaciones se confundirían en una inmensa unidad, monótona e impersonal, inmensa como el tedio y el vacío. La variedad, condición sine qua non de la vida, sería borrada de la vida. La diversidad es propia de la vida moderna y es el arte el que la expresa como la búsqueda de identidad: El artista no revela más que a sí mismo. No promete a los siglos venideros más que sus propias obras. No se avala más que a sí mismo. Muere sin hijos. Ha sido su rey, su sacerdote y su dios, dice Baudelaire.

Y Delacroix, el modelo de artista para él, reflexiona que: la naturaleza es sólo un diccionario. Esto es que la semántica de las cosas está en la naturaleza, pero es el artista quien compone la sintaxis cuando trae el diccionario a su imaginación. Es ahí cuando el artista construye con espíritu moderno. Veamos el caso de los griegos. Hablaban una lengua rígida, donde las sílabas eran fijas: no podían acortarse y alargarse según el arbitrio de quien cantaba, lo que respondía a la concepción religiosa que tenían. Pero lo sagrado se disuelve y nace el arte de manifestar lo más alto, que ya no les es propio, sino impropio. Así se erige una nueva métrica, un nuevo modo de cantar. Lo impropio construye. Y es Hölderlin que ve esto cuando estudia a los griegos. Es al final de la segunda carta a Böhlendorff que le dice: ¡Querido mío! Pienso que no comentaremos a los poetas hasta nuestro tiempo, sino que el modo del canto en general tomará otro carácter, y que, si no prosperamos, ello se debe a que comenzamos de nuevo, desde los griegos, a cantar de manera patria y natural, propiamente original (vaterländisch und natürlich, eigentlich originell).

Hölderlin decía que Píndaro era el libre genio creador por cantar las olimpiadas, los juegos que era lo más impropio en el mismo sentido que él cantaba al dios. Es por eso que Grecia y la modernidad guardan lo épico en común, pero justo en direcciones opuestas.

Esta épica expresada desde antaño en juegos, siguió evolucionando en luchas, confrontaciones, gladiadores… hasta la modernidad. Por eso en una nota a la antología los organizadores del Adversario en el cuadrilátero dicen: La poesía griega fue un fenómeno profundamente distinto de la poesía moderna en sus contenidos, formas y modos de comunicación. Esto sucede porque hay una revolución en los sentimientos y en las maneras de representación, hay una inversión de sentido.

Verso Destierro, poesía para evolucionarte y ser, recorre el largo camino del deporte en sus diversas manifestaciones en la poesía, para con una inversión de sentido entregar una nueva mirada de la poesía como deporte intelectual. Sólo basta ver la extensa pero exhaustiva introducción a la Antología para darse cuenta de todo el mundo que subyace bajo esa actividad que ellos han vuelto a poner en marcha con un ojo épico: El Torneo de Poesía puede realizarse con o sin público, y su función primera no es “representar” el enfrentamiento de dos poetas, sino que es en sí mismo el enfrentamiento de ellos. La subjetividad del poeta encarnándose (aunque sólo sea para él) en su palabra es posible a través de la acción, en los términos como Rimbaud le dijo a Demeny: La poesía no rimará más la acción; estará antes que ella. La palabra está primero, la voz. Y este es el gesto viviente. Esto es lo que hace que Verso Destierro sea absolutamente moderno.

Que ahora este espíritu se exprese en la forma de un libro con los poemas, imágenes e impresiones de quienes estuvieron ahí, y que pueda esparcirse a través de los lugares, es un signo de que la palabra cuando dice es revolución. El primer poema de la antología, comienza así: Me habló de la falla mental, del origen de la locura,/ del desvarío alcohólico, del verso que pintó en una celda,/me habló de las mujeres amarillas, de las mujeres sin labios,/sin orejas, sin tacones, sin dedos, y con jaulas donde guardan ojos,/… Y el último poema que puede leerse termina así: Imprimo el presente en una forma parecida a la coherencia, /en molde de sangre,/ y, solo porque el viento lo pide,/dejo en esta llaga el aroma del fuego.

 

Escáner Cultural nº: 
161

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