Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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La peste

LA CIUDAD, EL TEATRO Y LA PESTE

Por Raúl Hernández
raulhernandezolivares@hotmail.com

Esta es una ciudad enferma, de eso estoy seguro. Hay cierta peste escabrosa que asombrosamente funciona como prisma teatral. ¿De dónde viene esta apreciación? Comparar el proceso de la peste con la gestación del teatro puede parecer una locura, pero es Antonin Artaud quien hace el acercamiento. La locura, en este caso, es un bien preciado. Si consideramos los difí­ciles escenarios protagonizados por ese "acontecimiento" llamado peste, no escatimamos esfuerzos en nuestra cotidianeidad insana. Y es así­ como hay veces que el transcurso cotidiano sólo tiene el rostro de la monotoní­a. Y hay veces que este dí­a se vuelve natural, como una espina de pescado. Sacar esa ropa sucia y lavarla, es más sensato que desenterrar el desempeño laboral.

Y que nos trae la sorpresa; trabajos y trabajos, y una conversación nocturna en familia. Como una conversación de un vendedor viajero. Esas conversaciones previas al arribo nocturno desde las escaleras. Las calles, sabemos, son esqueletos desde los satélites.

ArtaudMañana en la mañana se terminará la paz, y llegará la peste, y es el escenario que se transpone a nuestra realidad, se contrapone, se inmiscuye como una grotesca broma macabra. Aparece el gesto como la continuidad de la fatalidad, el instante infra expresionista que socava en las paredes del cuerpo, el sonoro silencio de un grito.

Ante esta aparición, Antonin Artaud nos convoca al nacimiento de un engendro espectacular, una fruta negra con que saciar la teatralidad. Artaud nos invita a reflejarnos en el desenlace fatal de nuestra existencia.

 

Esta teorí­a del teatro y la peste que se explica en el libro "El teatro y su doble" se nos entrega como material de estudio de los fenómenos crueles y absurdos, pero también nos acerca hacia la locura, esa fútil sensación de absorber un maleficio incontrolable, perpetuo y único como una peste maligna, que no nos deja en paz hasta el evento del teatro: El flagelo, la ruina, la infelicidad y destrucción, como la mueca de una ciudad.

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