ACANTILADOS DE ALBERTO KURAPEL
Poetizar la derrota para liberar el sentido:
ACANTILADOS DE ALBERTO KURAPEL
Por Samuel Ibarra Covarrubias
Unos cuerpos son como flores
<otros como puñales,
<otros como cintas de agua;
pero todos ,temprano o tarde,
serán quemadura<s que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
Sueña con libertades, compite con el viento,
Hasta que un dio la quemadura se borra,
Volviendo a ser piedra en el camino de nade.
Yo, que no soy piedra , sino camino
que cruzan al pasarlos pies desnudos,
<muero de amor por todos ellos,
les doy mi cuerpo para que lo pisen
Luis Cernuda
La reciente aparición de Acantilados marca una nueva ratificación de solidez y pregnancia del proyecto esté<tico –político de Alberto Kurapel. Dramaturgo intenso, poeta de la intemperie , actor del gesto que mancha, compositor y cantante de la violencia y la ternura insondable, pone en escena por estos días su tercer CD que incluye temas recientemente< escritos y producidos en casi diez años desde su último trabajo “El ayer de nuestro hoy”.
Acantilados contiene 14 cortes, escritos por él y arreglados por Ricardo Carrasco. Los temas se armonizan con instrumentos diversos, ligados al sonido clásico; violines, pianos , violonchelos, corno francés, pero también como en sus trabajos anteriores, la presencia importante de la sonoridad vernácula, guitarrón chileno, charangos, bombo y percusiones deja un sello imposible de no reconocer.
Acantilados es un trabajo lleno de detalles y cuidadas orquestaciones, que dan cuenta de una prolija investigación que pone en el centro un sonido definido y siempre nuevo. Kurapel se renueva en cada disco proporcionándonos un catálogo de imágenes auditivas siempre capaces de leer los tiempos con una actualidad sorprendente. Si los primeros discos publicados luego de su retorno a Chile nos trajeron noticias de la producción realizada en los años del exilio canadiense (“Cantos del forastero”), el “Ayer de nuestro hoy” describió los días del presente perpetuo de la transición pactada y sus estrategias de despolitización. Acantilados insiste con hacer un reclamo por la esperanza y la vindicación de la derrota como lugar legítimo de habla y posicionamiento .
¿Qué significan pensar la derrota en la lírica kurapeleana? ¿Qué significa hablar desde la derrota? Sin duda no significa la subjetividad doliente de una voz- cuerpo desbastada, menos de un reclamo ensombrecido ni extemporáneo. Pensar/poetizar la derrota significa traer la actualidad de las voces raídas por el tiempo productivo, escapadas del cálculo economicista en clave crítica y negatividad creadora. Pensar al derrota es ir contra la transparencia y la liviandad, la naturalización de mecanismos de desfondamiento de la comunidad, desde la neutralización del planteamiento divergente o el cercenamiento simbólico de la disidencia, reificando el reinado sin control de un ethos demoledor de lo humano , sentado en argumentos que prometen modernización y ganancia. La derrota como lugar político supone activar un cuerpo en resistencia, que leer al entorno que se le aparece por encima de la ceguera y el silenciamiento programado , como un paisaje sin recovecos, en full HD. El lugar de la Derrota es un No activo y creador frente al espectáculo del poder tautolóligamente y plural de lo mismo. Derrota es politizar la tristeza
“Avecilla sucia de las plaza santiaguinas, celaje magullado sin olvidos, en tus patas llevas la arenilla cansas de este opaco territorio… Avecilla sucia tú lo sabes, yo canto así”.
Letras para la derrota –diríamos. Liricas radicales y llenas de autoconciencia. Él no cree en una poética panorámica ni distanciada, lo suyo es compromiso puro, con el canto, los cuerpos y las palabras. Poner palabras al canto de un cuerpo que aparece y resiste el ciframiento. Es un canto conmocionado, inquieto por abrir un desvío al triunfalismo de un tiempo indigente, vaciado de sentido bajo un clima de dolor y guerra.
“Años encajados en el fraude y la vergüenza, permisos de un mañana que retarda y nunca llega, pisoteando amores y dolores de garganta” reza un fragmento de “comercio ambulante”, contundente metáfora que denuncia una racionalidad estatal y judicial de un tiempo infame cuyo signo es el engaño y el timo; “¿Dónde está nuestra palabra? ¿Dónde están nuestras miradas? Deben haberse vendido en una puta subasta,” advierte el track 3: “Comuniones”
Kurapel hace gala de un profundo conocimiento de música chilena, Conoce por ejemplo la cueca por dentro y por fuera. Fusiona estructuras clásicas y canónicas con audaces notas y arpegios tomados de un registro amplio de colores de la forma y el sonido que él ha estudiado por años en tradiciones experimentales y clásicas de la música. Él es ante todo un estudioso de estructuras y amante de las texturas, De Johann Pachelbel a Meredith Monk, del Canto Campesino chileno a Leo Ferré, de la vanguardia canadiense a Zitarrosa, y así una lista interminable. Aquel background, respalda con éxito, la multiplicidad de giros que los temas poseen; Canciones, valses, cuecas, pregones, huaynos. Recordemos que en los mencionados discos anteriores alternaba el rin con el rap, o boleros con tonadas por ejemplo. Sonoridades decoloniales en definitiva que le cierran la puerta a visiones reglamentarias y categoriales de lo que comúnmente se entiende por folclore.
“La luna casi no brilla por estos paisajes nuestros, tan bonitos, tan sufridos, condenados al tormento… La luna tiene congojas de cielo y tierra, las brisas y el agua mueren, pobres y enfermas, la luna llora el martirio del Bío-Bío”. Suenan las imágenes de un paisaje tan celebrado por las poéticas pintoresquistas pero brutalmente ensombrecidas por la injusticia a los pueblos indios
Kurapel propone un folclor crítico, que problematiza los contornos para ponerlos en movimiento y evitar la fijeza y la desintensificación. Entiende la mutabilidad de las influencias y los reacomodos críticos de los tiempos y trasvasijes de la deslocalización. Son estrategias asumidas en el exilio para no decaer y enfrascarse en el ideario cerrado de un territorio que ya se ha fugado, indefectiblemente . En esta operatividad del sentido, se acciona esa poeticidad heteróclitica de sus sonidos, estrechamente vinculados a su condición perenne de exiliado, marcada por el diagrama confuso y palimpsestico de rutas y mapas a la deriva o superpuestos .Parafraseando al teórico social brasileño Boaventura de Soussa Santos, kurapel estaría trabajando por una globalización subalterna, por un cosmopolitismo del pobre.
“Mientras tanto en los rincones de apaleadas existencias un nombre olvidado comienza a renacer”, dice el tema “Wayun”.
En mapudungun Kurapel significa garganta de piedra condición que otra vez se manifiesta con fuerza en este disco. Kurapel utiliza su voz para modelar una alteridad y extrañamiento con él y su entorno. Canta por incomodidad y vocaliza impulsado por una sed de justicia. Su voz trae reclamos, quebrantos y dolores, pero también con ellos llegan la rebeldía, la plenitud de la palabra y el verso comprometido. Formula cósmica que solidifica lo acertado de sus palabras y tímbricas.
Dice en “Latidos”, “contemplando refugiados de la mano con la muerte, en la tierra herida nos desangramos, pero te sigo amando en esta pobre vida, que juntos hicimos reventar”
Su voz asume una performance pública, canta para ser oído y no pide permiso cuando expresa la ira y el desaliento frente al aciago destino de humilde, de aquel que vive en las antípodas de la racionalidad carnívora y sueña con la emancipación y la justicia.
Desde la urgencia y la conciencia del paso implacable de las horas, el canto de Kurapel pone en circulación un tiempo reflexivo, una imagen que piensa transitivamente la historia de los cuerpos del sur y los hace pensar materialmente también sobre sus límites y resistencias.
“El andar que se logre con flor o con espinos. Nunca lo entenderemos por lo infinito ,Por lo infinito, ay si, somos los tiempos con senderos eternos de carne y hueso” Sentencia su tema “Dios es un proceso”, clara seña de su visión dialéctica y materialista del sentido de las cosas que rodean nuestro aparecer sensible.
Fuerte y contundente, los quiebres y acantilados son espacios para leer con la fuerza copiosa la estirpe de los cantores del continente forjados entre la crispación y la revuelta, Cantos con la espesura de la niebla que todo lo llena para ocultar o lavar la sequedad y dureza de los contornos .El canto de kurapel pesa y nubla cualquier ficción hipervisiva. Interviene la visibilidad para traernos devuelta los fantasmas que informaban de lo trágico, lo perecible de la carne y la piel, la simpleza de la mirada limpia , el reclamo por mejores días, el agua.
La musicalización de un fragmento de Purgatorio del Dante es delicada y sugerente. En un correcto italiano, musitado en la intensidad teatral de su operática, aparece la plasticidad del autor que ya había grabado antes en quebequense, musicalizando a poetas como Gastón Mirón o Patrick Saint-Denis. Si en el año 2005 con la musicalización del poema Credo del Che del poeta Nicaraguense Roque Dálton, kurapel confirmaba el dominio del tempo de la poesía política de ése autor, en ésta apuesta por un trozo del canto XXV de la Divina Comedia, confirma que la poesía universal le es un territorio confortable.
“Quindi parliamo e quindi ridiam noi; quindi facciam le lacrime e´sospiri che per lo monte aver sentiti puoi”. “Por eso hablamos y derramamos llanto y por eso gimiendo y suspirando nos ha visto cuando subíamos el monte santo”.
Acantilados de Alberto Kurapel se constituye en una pieza perfectamente conectada con la producción de un autor que ya tiene a su haber más de cuatro décadas de trabajo. En sintonía con la exploración de formas que hablen de la inquietud de los márgenes, sus voces nada adocenadas y expandidas en la multiplicidad de micro y macro diásporas. Incrédulas de cualquier fijación, están siempre atetas a relevar las energías milenarias que aparecen amenzantes y esperanzadoras por las cuatro esquinas de nuestro atribulado presente. El disco colabora con abrir canales para optar también por el lado menos lumínico del falso brillo que espejea de las vitrinas a las pupilas y del corazón a la mente.
Acantilados le pone ruido a un alud, a un movimiento de tierras que no es ya posible detener ni menos pretender que vuelva a su punto de origen. Acantilados es un texto y un sonido para justamente pensar la caída, como seres de la caída.
Escáner Cultural nº:
172
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