Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Anotaciones de un ilustrador primerizo

Carlos Yusti

El grupo literario Los Animales Krakers fue algo así como la resaca de los grupos literario antológico que se desarrollaron en el país(Venezuela). Es decir, ya los grupos literarios de manifiesto y cosa formaban parte de las hemerotecas y las tesis de grado en letras de algunas universidades. No obstante en la ciudad de Valencia (eran los mediados de los años 70)  aparte de los Krakers dos grupos más hacían vida literaria en los periódicos de la ciudad. Eran grupos más apegados a la tradición y la alta misión social y política de la literatura. Uno era el grupo Talión en el que participaba activamente el poeta Luis Alberto Ángulo y el otro era el grupo era La Braga conformado (o en el que participaban) Dixon Ramírez, José Angel Contin, Orlando Chirinos, Gustavo Montiel, Gloria Berroteran, Ulises Rivero, Tomasa Ochoa, Pedro Marcano, Javier Brizuela, Luis Cedeño, Edgar Cadet, Rafael Gallardo y Ramón Elias Pérez. Nunca hubo acercamiento con estos grupos, pero nos los leíamos recíprocamente. Como no teníamos acceso a los periódicos ni a las revistas literarias editadas por la Universidad de Carabobo (Poesía y Zona Tórrida) decidimos editar nuestra propia publicación.

El grupo Krakers tenía algún tiempo reuniéndose y como éramos algo así como una parias, especie de outsiders decidimos crear una revista (Zikeh) que sería la válvula escatológica  para nuestras ideas sobre el arte y la literatura, esa pequeña venganza contra un medio cultural que nos dejaba al margen.

Luego de cocinada la idea de la revista surgió lo de adoptar eso del grupo literario. La idea de los animales la propuso Humberto Gonzáles, si la memoria no me juega una de espejos: Que cada quien se identificara con un animal y lo adoptase desde esa metáfora kafkiana de la metamorfosis y la traspapelación. También estaba esa película de los hermanos Marx (Animals Crackers[1]) que hacía alusión a esas galleticas crujientes de animales. Le quitamos la letra c a la palabra y la escribimos con K. Unimos todo y así surgió los Animales Krakers. Todo sería un ruptura, un “krac” sonoro que rompería con esa literatura de buenas maneras de las revistas literarias y los suplementos culturales domingueros.

Claro, en el grupo éramos algunos jóvenes con más hormonas que cerebro y otros que no eran ya jóvenes, pero cuya ingenuidad utópica era de una lozanía adolescente sin igual. Es decir estábamos fritos en ese nuevo camino literario que íbamos a transitar donde los egos sobrestimados y los odios gratuitos nos esperaban para darnos algunas lecciones.

Con el nombre de guerra elegido seguimos por algunos meses más bebiendo mucha literatura. Además el grupo de amigos y contertulios se fue agrandando. En esa etapa beber nos acercaba a ese abismo del malditismo literario y aunque entre reseca y resaca escribíamos algunos textos todavía la ansiedad por publicar no se había convertido en algo tóxico.

Luego de tantas reuniones sin finalidad aparente y sin productividad alguna se decidió en consenso que el mundo estaba preparado para conocer nuestra producción literarias (aquí con todas las ironías del caso a saber). La revista tenía que tener un nombre inédito. Escribimos algunos nombres en distintos papeles, los pusimos en una caja y dejamos al azar hacer su trabajo. Tras varias tentativas el nombre se impuso: ZIKEH. El nombre no significaba nada, pero sugería sobre esas creaciones que surgen de la psique, de esas visiones algo sicóticas que nos asaltan y cuestiones por el estilo.

Cuando el grupo sopesó toda la carpintería sucedánea y necesaria para concretar la edición de una revista llegó a la convicción que era mejor permanecer inéditos, Los costos eran altos y no teníamos dinero. El poco circulante disponible era para sufragar nuestras navegaciones en el barco ebrio de literatura.

A pesar de todos los contras el grupo hizo un balance con lo que contaba: uno tenía un viejo multígrafo, alguien podía conseguir la tinta, otro sabía operarlo, alguno tenía un proyector de películas en súper ocho, otro tenía algunas cintas animadas de Disney. Con todo este arsenal el proyecto de la revista volvió a mover sus engranajes.

Lo primero fue analizar nuestros propósitos y nuestra fe literaria para conseguir el dinero requerido para editar. De todas las ideas extravagantes que llevamos a cabo la que más beneficiosa resultó fue la proyección de películas. Pasábamos dibujos animados de Disney y cobrábamos un monto mínimo por función. Con dicho dinero compramos las resmas de papel, los esténciles y la tinta para el multígrafo. Esto nos llevó algunos meses de trabajo.

Cuando todo estuvo listo el grupo en pleno se reunió para delinear los parámetros de la revista. Escribir sin censura ni cortapisa fue la primera premisa. Como todos en el grupo éramos poetas se decidió a dedo quien escribiría los cuentos, los ensayos y cualquier otro texto en prosa. Otro aspecto era las ilustraciones. No quería que los dibujos fueran un reflejo del texto, sino que fueran creaciones autónomas y cuyo valor estético se defendiera por si solo. Serían dibujos sencillos ya que el esténcil electrónico tenía sus ventajas y limitaciones. De la revista Zikeh se publicaron cuatro números y resultó a la postre un cuaderno de cien páginas con poesía, ensayos, cuentos, escritos misceláneos, aforismos e ilustraciones.

Las portadas de la revista  1 y 2, incluyendo la mayoría de dibujos e ilustraciones, las realicé con todas las ignorancias pictóricas del caso. En ellas se pueden observar mucho surrealismo chapucero y caletreado. No obstante estos dibujos primerizos se apegan a la virulencia del lenguaje empleado por la revista y más que valores estéticos hay que valorar en ellos que fueron realizados por un dibujante inexperto que copiaba sin miramientos a Salvador Dalí. Son dibujos que expresaban un descontento y rabia contundente.

La revista Zikeh tuvo dos ilustradores de buen calibre pictórico. Uno de ellos fue Nelson Silva, amigo y colaborador. El otro fue Gerson Barrientos que pasó a formar parte del grupo y que a partir del tercer número se convirtió en el pintor titular.

Los dibujos de Gerson aparte de calidad y originalidad llevaron a lo grafico las ideas literarias del grupo. El dibujo de Gerson le aportó un toque de alto nivel plástico a la revista.

Para el tercer número de Zikeh no teníamos dinero para imprimir la portada y a Gerson se le ocurrió la brillante idea de pintar cien portadas y para ello ideó que dicha portada fuese toda en cartulina negra y el nombre de la revista en letras rojas chorreantes. Todo un acierto gráfico que abarató significativamente los costes.

Con el número 4 de Zikeh listo el grupo estaba como extenuado y en las reuniones la magia de los primeros encuentros se había perdido. Entonces decidimos hacer una reunión para disolver el grupo. La reunión fue un tanto agresiva, pero la sangre no mancho ninguna pared ni llegó a las alcantarillas.

De todos modos Gersón trabajó la portada y la contraportada del último número, además de realizar un buen número de dibujos para ilustrarla. Entre los dos hicimos todo lo posible de editarlo, quizás uno de los mejores números desde el punto de vista gráfico.

Nelsón Silva merece unas líneas aparte porque sus colaboraciones fueron cruciales. La revista tuvo muchas críticas adversas y cosechó un buen número de enemigos. Todo esto influyó en el animo del grupo, aparte que pocos colaboradores se aventuraban a colaborar con una publicación que parecía pasarse de la raya. En este preciso momento el pintor Nelsón Silva con gran gentileza colaboró con algunos dibujos. No son dibujos caóticos y tienen una gran limpieza estética.

En lo personal La revista Zikeh aparte de publicar mis primeros (y torpes) textos ensayístico me permitió explorar esa faceta de ilustrador y dibujante. Aunque esos dibujos tienen grandes defectos para mi fueron otra manera de expresarme, otra forma de escribir desde la línea y la forma.

En el tiempo de estos primeros dibujos yo era otro y no tenía mucho que ofrecer como artista. Mis lagunas e ignorancias eran enormes y en esos dibujos se reflejan con prístina transparencia. Forman parte de mi museo personal, de ese joven que en una oportunidad fui y más que mi vena artística subrayan mi temperamento rabioso y juvenil que condimentó en algo el espíritu del grupo Krakers. Ilustrar Zikeh fue una osadía de mi parte, pero la revista era osada, irresponsable y malhablada ya que su propósito primordial fue incordiar la modorra literaria de una ciudad como Valencia construida con rancio conservadurismo, prejuicios y bostezos.

 


[1] Título: El conflicto de los Marx. Título original: Animal Crackers. Dirección: Victor Heerman. País: Estados UnidosAño: 1930. Duración: 97 min. Género: Comedia, Musical. Reparto: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Zeppo Marx, Lillian Roth, Margaret Dumont, Louis Sorin, Hal Thompson, Margaret Irving, Kathryn Reece, Robert Greig, Edward Metcalf. Dirección: Victor Heerman. Dirección artística: Ernst Fegté. Fotografía: George J. Folsey. Guión: Bert Kalmar, George S. Kaufman, Harry Ruby, Morrie Ryskind. Música: Max Reese. Obra de teatro original: Bert Kalmar, Harry Ruby, Morrie Ryskind

 

 

 

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