Columna del lector. LAS CARTAS DE FRANZ
LAS CARTAS DE FRANZ
Por Margarita Ferro
La tarde en que Milena Jesenská se sentó a la pequeña mesa que le tenían reservada en el "Cabaret Voltaire", le faltaban aún más de veinte años para que sus entrañas fueran desquiciadas por los médicos nazis, y la muerte la encontrara, en el campo de Auschwitz.
Se quitó su sombrerito de terciopelo marrón, agitando levemente el moño con que recluía en varias torsiones el cabello castaño. Su mirada triste recorría las mesas donde la vida transcurría con normalidad. Era noviembre de 1921 y Viena se cubría de ocres, esperando las nevadas. Un aire opaco se colaba, insidiosamente, en los espíritus que huían a recluirse en el mundo brevemente agitado, entre los cercos de la piel.
Sobre la mesita disputaba el espacio del sombrero marrón, un atado de cartas. Con sus sobres rasgados de papel amarillento, esperaban que unas manos, y unos ojos, les devolvieran a la vida.
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